Introducción
En los últimos años hemos presenciado como el fenómeno migratorio en América Latina ha ido en aumento de una manera muy rápida. Desde Centroamérica vemos como cada cierto tiempo se levantan verdaderos éxodos humanos en busca de un lugar mas amigable que les pueda acoger.
Las migraciones se producen por muchas razones, hay personas que migran por conflictos bélicos, cambio climático, reunificación familiar entre otros. Pero uno de los factores mas decisivos por el cual muchas personas deciden salir de sus ciudades y países de origen es la violencia social. Esta violencia se ve manifestada de muchas formas, entre las cuales están: la corrupción, el crimen organizado, violencia de genero, pobreza y grupos delictivos que asedian a las personas en su diario vivir.
En nuestro planeta hoy existen más de 232 millones de personas migrantes[1], esta es una gran cifra que podría fácilmente configurarse como el quinto país mas poblado de nuestro mundo. De este gran total de personas que han decidido salir de sus lugares de origen más de 65 millones son personas que se han visto forzadas a abandonar su hogar por un conflicto armado, por violencia generalizada o por un desastre natural.[2]
La movilidad humana representa uno de los mayores restos para nuestra sociedad actual y la iglesia no esta ajena ha este desafío. Sobran textos bíblicos para darnos cuenta que en el corazón de Dios esta también la “justicia migratoria” como un imperativo constante en la misión de la iglesia en su llamado a ser una comunidad samaritana que ayuda a quien ha caído en desgracia. Dios apela a la memoria de su pueblo, para recordarles su pasado en Egipto y los anima a no oprimir a los extranjeros, en el libro de Éxodo 23,9 les exhorta de la siguiente manera: “No opriman al extranjero, pues ustedes fueron extranjeros en Egipto y ya saben lo que es vivir en otro país”.
En la actualidad en Latinoamérica uno de los mayores flujos migratorios se configura hoy hacia los Estados Unidos, representando una gran travesía para quienes han tomado la decisión de dejarlo todo por una “tierra prometida” donde fluya justicia y oportunidades. Este recorrido esconde muchas dificultades, y hasta la misma muerte de quienes deciden hacerlo.
Migración y movilidad humana en Latinoamérica
Desde el inicio de nuestras civilizaciones el ser humano se ha visto en la necesidad de movilizarse de un lugar a otro, este fenómeno por mucho tiempo fue una práctica habitual entre los seres humanos que por diferentes razones decidían movilizarse de un territorio a otro. Actualmente las cosas han cambiado, con el nacimiento de las fronteras políticas nacieron también las restricciones para movilizarse desde un país a otro con la misma normalidad de antaño.
Los escenarios sociales que provocan la migración son variados, desde la migración por reunificación familiar hasta los desplazados por motivos bélicos. Si bien es cierto Europa sigue siendo el continente con mayor cantidad de recepción de migrantes “Estados Unidos, y la ruta que recorre Centroamérica y México, es el mayor territorio y país receptor de migrantes en el mundo”[3]
En el último informe global entregado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en 2019 se situó a Estados Unidos como el principal destino de la población mundial migrante con 51 millones[4] de personas que han llegado a ese país. Entre los países latinoamericanos que contribuyen a este número de migrantes se encuentran con un 28% los procedentes de México, 3.1% de El Salvador, 2.7% de Cuba, 2.4% de República Dominicana y 2.2% desde Guatemala.
El peligroso trayecto hacia la frontera norte de México
En octubre de 2018 se presenció un fenómeno nunca antes visto en México y Centro América, las “Caravanas Migrantes”. Estas representaron todo un reto al gobierno de México, las organizaciones de la sociedad civil y a las organizaciones basadas en la fe. Estas caravanas se transformaron en un vehículo seguro para muchos migrantes que se ven afectados por diferentes peligros cuando intentan atravesar México. Muchas mujeres migrantes testifican que durante su paso por México deciden tomar anticonceptivos por el alto riego y miedo que tienen de ser violadas.
“Durante el viaje las mujeres que deciden migrar están expuestas a riesgos y obstáculos específicos ligados a su condición de cuerpo sexuado en femenino que las sitúa en una posición especialmente frágil y las hace víctimas, como ya se ha visto anteriormente, de abusos, robos, violaciones y explotación sexual”[5]
En este escenario las mujeres se transforman en las más vulnerables dentro de los grupos oprimidos que viajan desde Centroamérica en estas travesías migratorias. De acuerdo a la Mesa Nacional para las Migraciones de Guatemala las mujeres representan el 57% de los migrantes de Guatemala y el 54% de El Salvador y Honduras[6], y se estima que 8 de cada 10 mujeres migrantes centroamericanas son violadas en su trayecto por el territorio mexicano.
Este año que esta por concluir no fue bueno para muchos migrantes que decidieron atravesar México, 22 de enero de 2021 en la localidad de Camargo Tamaulipas se encontraron 19 cuerpos calcinados en un vehículo que estaba a un costado de la carretera en Santa Anita a unos 70 kilómetros de la frontera con Estados Unidos. De estas víctimas 16 eran migrantes guatemaltecos y 3 mexicanos, todos fueron asesinados con arma de fuego y luego quemados. Los investigadores han manejado la tesis que estos migrantes fueron asesinados producto de un conflicto territorial entre grupos criminales que controlan las rutas de tráfico de personas.
Y lamentablemente el 2021 termina con otra gran tragedia para un grupo de migrantes que iniciaba su trayecto hacia la frontera norte. El 9 de diciembre un tráiler que transportaba 160 migrantes en su mayoría guatemaltecos se volcó estrellándose con un puente peatonal en una carretera de Chiapas, el resultado hasta el momento es de 57 personas fallecidas y decenas de heridos. En este tráiler viajaban hombres mujeres y niños, una de las víctimas narró a la prensa local:
“Le doy gracias a Dios por haberme permitido nacer de nuevo, la tragedia fue un desastre donde todos tenían que morir, pero Dios es grande…”[7]
Violencia Estructural, un valle de sombra de muerte para migrantes en México.
En el último reporte que presento el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal[8]sobre las 50 ciudades más violentas del mundo 18 se ubican en México, siendo también las 6 primeras de la república Mexicana: Celaya en primer lugar, luego le siguen Tijuana, Ciudad Juárez, Ciudad Obregón, Irapuato, Ensenada y Uruapan. Estas estadísticas de las ciudades más violentas e inseguras han llevado a los gobiernos de turno a realizar acciones para poder frenar esta situación sin mucho éxito. De acuerdo con Loeza Reyes:
En los últimos nueve años los procesos políticos en México han estado influidos fuertemente por la política de “combate al crimen organizado”, que se sustenta en la violencia de Estado y ha desencadenado diversas formas de violencia social.[9]
Esta situación hace que los migrantes sean personas muy vulnerables dentro del territorio nacional y siempre estén expuestos a situaciones de riesgo donde corre peligro su vida e integridad física. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos publico junto a la Federación Mexicana de Organismos Públicos de Derechos Humanos un pronunciamiento donde insta a construir compromisos regionales para atender y proteger a las personas migrantes y refugiadas:
“La gravedad de las violaciones a derechos humanos en contra de la población migrante es contundente. No obstante, no se han logrado consolidar los ejes normativos, programáticos y estratégicos que permitan de esta emergencia humanitaria desde una visión integral, con un enfoque diferencial y de derechos humanos”[10]
Este mismo informe revela que en México hay un registro de al menos 2 mil personas migrantes desaparecidas quienes han sido reportadas por sus familias en sus países de origen. México tiene por delante un desafío muy grande en materia de cuidado y respeto a los derechos humanos de las personas migrantes, desafío que no solo involucra a los departamentos gubernamentales, si no también a todas las organizaciones de la sociedad civil incluyendo también a la iglesia.
Migración: un desafío para las Comunidades Eclesiales
Gran parte de la sociedad actual ve a las personas migrantes como una amenaza o peligro, hombres y mujeres que migran tienen que cargar con un estigma negativo sobre sus vidas. La iglesia no esta ajena a este sentimiento, por el contrario, encontramos muchas veces niveles de racismo y discriminación que se contradicen con el mensaje de cuidado promovido por Dios en el contexto veterotestamentario.
La historia del pueblo de Israel se escribe desde la experiencia de un pueblo peregrino atravesando desiertos y valles en busca de esa tierra prometida en la que “fluye leche y miel” (Ex. 33,3). Historia en la cual Dios camina con su pueblo bajo la promesa de protección y guía en medio de las dificultades (Lev. 26,12). En esta trayectoria Yahvé manifestara su preocupación por tres personas que se presentan como las mas vulnerables a sus ojos: la viuda, el huérfano y el extranjero.
Así es como desde la perspectiva juedo-cristiana Dios anima a su pueblo a actuar con misericordia hacia el “extranjero”, acogerle es el llamado que Yaveh hace a través de sus profetas en varios pasajes en el Antiguo Testamento. Apelando a la historia del pueblo judío como pueblo peregrino en busca de una tierra mejor Yaveh les exhorta diciendo: “No maltratarás, ni oprimirás a los extranjeros, ya que también ustedes fueron extranjeros en tierra de Egipto” (Ex. 22,20)
También la vida de Jesús esta atravesada por la migración y el exilio justo antes de su nacimiento. El relato bíblico nos recuerda en el testimonio de evangelista Mateo que:
“Aquella misma noche huyó José con María y el niño hacia Egipto, donde habrían de permanecer hasta la muerte del rey Herodes. Así se cumplió lo que había predicho el Señor por medio del profeta: de Egipto y a mi a mi hijo.” (Mt. 2, 14-15).
Este es el testimonio de la familia de Jesús huyendo por el peligro, abandonado su tierra en busca de seguridad y una nueva tierra donde refugiarse. Así es también el testimonio de miles de familias desplazadas en la actualidad.
Vemos entonces como a lo largo de diferentes textos del Antiguo como el Nuevo Testamento hay una preocupación constante de Dios por los oprimidos en los cuales también está la figura del migrante o el extranjero. “Practiquen la justicia y hagan el bien, libren de la mano del opresor al que fue despojado; no maltraten al forastero ni al huérfano ni a la viuda” (Jer. 22,3) Hoy más que nunca es importante traer a la práctica el mandato bíblico de Dios para asistir a los extranjeros que atraviesan por diferentes territorios buscando un mejor lugar donde vivir.
Hay muchas formas en las cuales la iglesia puede estar involucrada de forma directa o indirecta en el trabajo para poder asistir a hombres, mujeres y niños que deciden emigrar hacia un lugar mucho mejor y seguro para vivir. Durante estos últimos años las iglesias han desarrollado pastorales migrantes que van en apoyo de los extranjeros que caminan hacia la frontera norte de México. Son muchas las organizaciones basadas en la fe que han puesto su mirada en los migrantes y sus necesidades mientras pasan por el territorio mexicano.
Como nos menciona Alberto Ares “los inmigrantes los ofrecen una invitación a recordar (pasar por el corazón) la esencia de la identidad cristiana, como peregrinos en este mundo. De alguna manera, nos recuerda que caminar y no sólo establecerse es un elemento central para el cristiano”.[11] Es en nuestro corazón donde debe nacer la misericordia hacia quienes se encuentran en medio de una tierra ajena buscando la tranquilidad de un lugar que les brinde justicia y seguridad.
Recuerdo en noviembre del 2018 en el contexto de la caravana migrante que llego a Ciudad de México una conversación con una mujer llamada Betsy. Ella era una mujer joven y cristiana, madre de Abigail y Zoe Victoria, de 7 y 5 años. Me platicaba que trabajaba para una empresa de telefonía en Honduras. Su vida no había sido fácil, su esposo la maltrataba físicamente y en una ocasión le llegó a quemar con aceite hirviendo. Betsy lo denunció a la policía, pero muy poco hicieron. Finalmente, el padre de sus hijas la amenazó de muerte. Decidió huir de Honduras, pero fue deportada llegando a Tapachula, México.
En un arranque de desesperación el día que llegó de haber sido deportada Betsy se sumó a la caravana que salió de San Pedro Sula, Honduras. Lo único que quería era estar lo más lejos posible de su ex esposo para que no les hiciera daño.
Betsy me decía: “lo único que quiero es viajar lo más al norte posible, encontrar un trabajo y estar tranquila con mis hijas” Mientras estábamos en el estadio con los refugiados su hija de tan solo 5 años se perdió en una multitud de casi 9 mil personas, gracias a Dios después de estar un rato buscándola dimos con ella.
Estas historias se multiplican por cientos y miles, y deben hacer reflexionar sobre el papel que debe jugar la “cristiandad” frente al sufrimiento humano que viven constantemente los migrantes. El rey Lemuel exhorta en el libro de los proverbios del Antiguo Testamento: ¡levanta la voz por los que no tienen voz! ¡defiende los derechos de los desposeídos! (Prov. 31,8)
En el último mes hemos atendiendo un grupo de migrantes sordos, ha sido un gran desafío, desde como comunicarnos desde lengua de señas mexicana hacia la legua de señas guatemalteca y hondureña. Este grupo de personas no atendido se presentan como uno muy vulnerable en los trayectos migratorios. De hechos este grupo de migrantes sordos (compuesto por hombres y mujeres) fue rescatado desde una casa de seguridad por tráfico humano y sexual por parte de la policía mexicana.
Estas situaciones desafían a la iglesia a cumplir el mandato de Dios asistiendo y dando un acompañamiento específico en las necesidades que se dan en estas situaciones de movilidad humana. Prestar la ayuda necesaria es lo más humano que pueden hacer las comunidades cristianas al enfrentar esta realidad y al mismo tiempo hacerse cargo de ella como lo hizo el samaritano al ver al hombre herido en la orilla del camino.
Al igual que en el éxodo del pueblo de Israel (Ex. 3,7), hoy Dios también escucha el clamor de su pueblo, clamor que también llega a nuestros oídos y que nos anima a poner nuestras manos extendidas; así como Cristo lo hizo para acoger al forastero y brindarle la ayuda necesaria.
«He visto muy bien la aflicción de mi pueblo… He oído su clamor por causa de sus explotadores. He sabido de sus angustias” (Éxodo 3:7).
Autor:
Miguel Ortiz Saavedra es pastor ordenado por la Iglesia del Pacto Evangélico de México, actualmente cursa la Maestría en Pensamiento Social Cristiano en la universidad Católica Lumen Gentium y también cursa la licenciatura en Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Es director de Esperanza Migrante AC y pastor de una comunidad cristiana llamada MisiónDF en la Zona Rosa de la Ciudad de México.
[1] Alberto Ares Mateos. (Noviembre 2017). El Fenómeno migratorio como signo de los tiempos. Cuadernos CJ, 206, 6.
[2] Ibíd., p. 6.
[3] Comisión Pastoral de Migrantes y Movilidad Urbana. (2020). En camino con los Migrantes y Refugiados. México: PPC.
[4] United Nations, & Nations, U. (2019). World Migration Report 2020. International Organization for Migration. https://publications.iom.int/es/system/files/pdf/wmr_2020.pdf
[5] Sonia Herrera Sánchez. (2013). ATRAPADAS EN EL LIMBO MUJERES, MIGRACIONES Y VIOLENCIA SEXUAL. Cuadernos CJ, 187, 8.
[6] Sonia Herrera Sánchez. (2013). ATRAPADAS EN EL LIMBO MUJERES, MIGRACIONES Y VIOLENCIA SEXUAL. Cuadernos CJ, 187, 18.
[7] https://www.prensalibre.com/guatemala/migrantes/accidente-en-chiapas-migrantes-guatemaltecos-fallecidos-heridos-e-identificados-en-mexico/
[8] El escalafón del Consejo Ciudadano se elabora con base en un análisis de cifras oficiales de homicidios dolosos de ciudades con 300 mil 000 habitantes o más que no estén en un conflicto bélico declarado.
[9] Loeza Reyes, Laura (2017). Violencia estructural, marcos de interpretación y derechos humanos en México. Argumentos, 30(83),249-274.[fecha de Consulta 11 de Junio de 2021]. ISSN: 0187-5795. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=59552649011
[10] Federación Mexicana de Organismos Públicos de Derechos Humanos. (2021, abril). Urge construir compromisos regionales, desde la mirada local, para atender y proteger a las personas migrantes y refugiados: FMOPDH. https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/documentos/2021-04/Pronunciamiento_25042021.pdf
[11] Alberto Ares, SJ. (Enero-Marzo 2016). ¿cuándo te vimos forastero, y te acogimos? transitando una teología de las Migraciones. Corintios XIII, 157, 68-83.
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