Nuestra identidad y el llamado a servir a Cristo en el mundo
Afirmamos la centralidad de la Palabra de Dios
Creemos que la Biblia es la única regla perfecta para la fe, la doctrina y la conducta. El poder dinámico, transformador de la palabra de Dios dirige la iglesia y la vida de cada cristiano. Esta dependencia en la Biblia nos lleva a afirmar que tanto hombres como mujeres pueden ser ordenados como ministros y ocupar todos los niveles de liderazgo. Es la razón por la cual nosotros buscamos tener diversidad étnica en nuestra iglesia y es la inspiración para cada acto de compasión, de misericordia y de justicia.
Afirmamos la necesidad del nuevo nacimiento
El Apóstol Pablo escribió "si alguno está en Cristo nueva criatura es"(2 Corintios 5:17 NVI). El nuevo nacimiento en Cristo significa comprometernos a él, y recibir el perdón, la aceptación y la vida eterna. Significa estar vivo en Cristo, y esta vida tiene las cualidades de amor, de justicia, de gozo y de paz. El nuevo nacimiento es solamente el comienzo. Crecer hacia la madurez en Cristo es un proceso que dura toda la vida tanto para el individuo como para las comunidades de creyentes. Dios nos forma y nos transforma y Y es por medio de las personas transformadas por Cristo que Dios transforma al mundo.
Afirmamos un compromiso con la misión integral de la iglesia.
Los primeros pactistas eran conocidos como "Amigos de la Misión", gente que tenía la fe en común que se juntaron para realizar la misión de Dios cerca y lejos. La misión para ellos y para nosotros incluye el evangelismo, la formación cristiana y ministerios de compasión, de misericordia y de justicia. Nosotros seguimos los dos llamados centrales de Cristo. La Gran Comisión nos envía a todo el mundo a ser discípulo. El Gran Mandamiento nos llama a amar al señor nuestro Dios y a nuestros vecinos como a nosotros mismos.
Afirmamos la iglesia como comunidad de creyentes.
La membresía en la iglesia del pacto es al contestar una fe personal en Jesucristo y está abierta a todos los creyentes. Celebramos el bautismo y la santa cena como sacramentos que fueron ordenados por Jesús. Declaramos también que Dios llama a algunos hombres y mujeres a ministerios a tiempo completo. La iglesia no es una institución, organización ni edificio. Es una comunidad de creyentes llena de gracia que participa en la vida y en la misión de Jesucristo. Es una familia de iguales: como en el nuevo testamento nos enseña que dentro de la comunidad cristiana "ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús." (Gálatas 3:28)
Afirmamos una dependencia consciente del espíritu Santo.
La iglesia del pacto confiesa un solo Dios como padre, hijo y espíritu Santo. El nuevo testamento nos dice que el espíritu Santo trabaja tanto en los individuos como entre los individuos. Creemos que es el espíritu Santo quien inculcar a nuestros corazones un deseo de ir a Cristo, y quién nos asegura que Cristo vive en nosotros. Es el espíritu Santo quién nos posibilita obedecer a Cristo y nos forma a su imagen, y es el espíritu Santo en nosotros que nos permite continuar la misión de Cristo en el mundo. Es el espíritu Santo que nos da dones espirituales y nos une como el cuerpo de Cristo
Afirmamos la realidad de la libertad en Cristo.
El apóstol Pablo escribió Cristo nos libertó para que vivamos en libertad (Gálatas 5:1 NVI).
Esta libertad es un regalo de Dios para con nosotros en Cristo, y se manifiesta en una relación recta con Dios y con otros. No es un regalo privado para ser utilizado de una manera egoísta, pero es dado para servir a la comunidad y al mundo.
Para Pablo, esta liberta significa que hemos sido liberados del poder de esas cosas que en si mismas suelen dividir.
Unidos en Cristo, nosotros nos ofrecemos libertad, el uno al otro, para tener diferencias en asuntos de creencias o de practicas donde la Biblia y documentos históricos parecen permitir una variedad de interpretaciones de la voluntad y de los propósitos de Dios. Nosotros en la Iglesia del Pacto buscamos enfocarnos en lo que nos une como seguidores de Cristo, en vez de lo que nos divide.